RIIS UNIVALLE. Jul.-Dic. 19(47), 2024; ISSN: 2075-620886
Factores epigenéticos en los trastornos del espectro autista 
DOI: https://doi.org/10.52428/20756208.v19i47.1172
Factores epigenéticos en los trastornos del espectro autista, un enfoque 
integral
Epigenetic factors in autism spectrum disorders, a comprehensive approach
Conchari-Cabrera María Laura1
Filiación y grado académico
1Licenciada en Fisioterapia y 
kinesiología. Universidad Privada del 
Valle. La Paz, Bolivia. mconcharic@
univalle.edu. 
Fuentes de financiamiento
La investigación fue realizada con 
recursos propios
Conflictos de interés
Los autores declaran no tener conflicto 
de interés y se responsabilizan de 
contenido vertido; el mismo es parte de 
un trabajo final de la especialidad en 
neurodesarrollo infantil.
Recibido: 02/08/2024                     
Revisado: 10/09/2024            
Aceptado: 07/11/2024 
Citar como
Conchari Cabrera, M. L. Factores 
Epigenéticos en los Trastornos 
del Espectro Autista: Un Enfoque 
Integral.  Revista De Investigación 
E Información En Salud, 19(47). 
https://doi.org/10.52428/20756208.
v19i47.1172
 
Correspondencia
María Laura Conchari Cabrera    
mconcharic@univalle.edu 
+59179563444
Artículo de revisión                                                                          Review article
REVISTA DE INVESTIGACIÓN E INFORMACIÓN EN SALUD
RIIS UNIVALLE. Jul-Dic 2024; ISSN: 2075-6208; 
revistas.riis@revistas.univalle.edu
Derechos de autor 2024 Conchari-Cabrera María Laura1
Esta obra está bajo licencia internacional Creative Commons Reconocimiento 4.0
RESUMEN
Los trastornos del espectro autista (TEA) son afecciones del neurodesarrollo, también denominadas 
neuropsiquiátricas heterogéneas, caracterizadas por deficiencias en la comunicación social y 
comportamientos repetitivos; los factores epigenéticos (FE) son pieza clave en su etiología; por 
lo que la neurodiversidad y las neurodivergencias en el TEA, se refieren a una variación natural 
del cerebro y el funcionamiento neurológico que difiere de lo considerado neurotípico. Las 
neurodivergencias en el autismo son formas de procesar el mundo de manera diferente en términos 
de comunicación, pensamiento, interacción social y comportamiento. El objetivo de este artículo 
examina la evidencia actual, sobre los FE, plasticidad fenotípica, asociados con el TEA, destacando 
su influencia en el desarrollo del cerebro, sin descartar los factores ambientales. Se han encontrado 
FE, como las alteraciones en la metilación del ADN, modificaciones de histonas anómalas y la 
disrupción de ARN no codificante; estos afectan la expresión de genes para el desarrollo del cerebro 
y la función neuronal; además, se identificaron diferencias epigenéticas entre los subtipos de TEA y 
se sugiere que los factores ambientales pueden interactuar con estos y así aumentar el riesgo de TEA. 
Finalmente, la comprensión de los FE es crucial para avanzar en la percepción de la complejidad 
del TEA. La investigación futura debe centrarse en identificar marcadores epigenéticos específicos 
para el TEA y explorar terapias que puedan modularla. Este enfoque integrador que considera los 
factores genéticos y epigenéticos, promete abrir nuevas vías para la prevención y el manejo de las 
personas con esta condición.
Palabras claves:  ARN no codificante, epigenética, metilación del ADN, trastornos del espectro 
autista, modificación de histonas.
ABSTRACT
Autism spectrum disorders (ASD) are neurodevelopmental conditions, also called heterogeneous 
neuropsychiatric conditions, characterized by deficits in social communication and repetitive 
behaviors; epigenetic factors (EF) are a key piece in its etiology; therefore, neurodiversity and 
neurodivergences in ASD refer to a natural variation of the brain and neurological functioning that 
differs from what is considered neurotypical. Neurodivergences in autism are ways of processing 
the world differently in terms of communication, thinking, social interaction and behavior. The 
objective of this article examines the current evidence on EF, phenotypic plasticity, associated with 
ASD, highlighting its influence on brain development, without ruling out environmental factors. 
EFs have been found, such as alterations in DNA methylation, abnormal histone modifications, 
and disruption of non-coding RNA; these affect the expression of genes for brain development and 
neuronal function; furthermore, epigenetic differences were identified between ASD subtypes and 
it is suggested that environmental factors may interact with these and thus increase the risk of ASD. 
Finally, understanding EF is crucial to advance the perception of the complexity of ASD. Future 
research should focus on identifying ASD-specific epigenetic markers and exploring therapies that 
may modulate it. This integrative approach that considers genetic and epigenetic factors promises to 
open new avenues for the prevention and management of people with this condition.
Keywords: Autism spectrum disorders, epigenetics, DNA methylation, histone modification, non-
coding RNA.
RIIS UNIVALLE. Jul.-Dic. 19(47), 2024; ISSN: 2075-6208 87
Factores epigenéticos en los trastornos del espectro autista 
INTRODUCCIÓN
Los trastornos del espectro autista (TEA) son un 
grupo de condiciones del neurodesarrollo que se 
caracterizan por dificultades en la comunicación 
social, comportamientos repetitivos y patrones de 
interés restringidos; aunque la genética ha sido un 
enfoque central en la investigación de las personas 
con trastornos del espectro autista, se ha vuelto cada 
vez más claro que los factores epigenéticos (FE) 
desempeñan un papel fundamental en su etiología; 
estos factores regulan la actividad génica sin 
cambiar la secuencia del ADN, lo que los convierte 
en candidatos intrigantes para comprender la 
complejidad del TEA (1). 
El desarrollo del cerebro es un proceso altamente 
regulado y dinámico, que requiere la expresión de 
varios genes que interactúan de manera coordinada 
y sinérgica; esta necesidad de precisión lo convierte 
en un momento de mayor sensibilidad a los 
factores ambientales protectores y dañinos; durante 
el desarrollo del cerebro, varios mecanismos 
epigenéticos integran información de secuencia 
genética con señales externas o ambientales para 
dar forma a distintos fenotipos en el desarrollo 
neurológico, determinar consecuencias en la edad 
adulta e incluso consecuencias generacionales 
duraderas (1, 2).
El neurodesarrollo, la cognición y la conducta 
son procesos biológicos complejos, que tienen un 
componente predeterminado genético y a la vez 
son altamente influenciados por el ambiente; los 
factores genéticos y ambientales interactúan entre sí, 
modulándose mutuamente en forma dinámica; en la 
interfaz entre ambos, los mecanismos epigenéticos 
regulan cómo cada gen es expresado, en virtud de 
las condiciones externas e internas del organismo, 
de la etapa del desarrollo, del tejido y tipo celular 
(2). Dicho de otro modo, si nuestro genoma fuese un 
diccionario, la regulación epigenética nos permitiría 
convertirlo en una novela, una lista de supermercado 
o una poesía, dependiendo de las circunstancias y de 
nuestras necesidades adaptativas (1-3).
Los trastornos del neurodesarrollo (TND) son la 
denominación común para agrupar a un conjunto 
amplio y heterogéneo de discapacidades y/o 
condiciones que se originan en forma de disrupción 
precoz, significativa y persistente de los procesos 
dinámicos involucrados en el desarrollo cerebral, 
induciendo déficits crónicos de funcionamiento y de 
conducta adaptativa (2).
Los TND comparten las siguientes características 
(2, 3):
•	 Su origen es multifactorial y resultante 
de la interacción recíproca de factores 
genéticos y ambientales.
•	 Se inician o se hacen evidentes en etapas 
temprana de la vida, habitualmente antes 
del inicio de la escolaridad.
•	 Producen dificultades significativas en la 
adquisición y ejecución de funciones en 
una o varias áreas y aspectos del desarrollo, 
generando déficit de funcionamiento 
personal, social, académico u ocupacional, 
con la consiguiente alta vulnerabilidad 
psicológica.
•	 Presentan importantes diferencias en su 
frecuencia según sexo, ya que los hombres 
se ven afectados en mayor proporción que 
las mujeres.
•	 Existe una elevada coocurrencia entre ellos 
y entre las dimensiones sintomáticas que 
los constituyen
•	 Tienen un curso crónico, con un impacto 
que suele durar hasta la edad adulta.
De acuerdo con la clasificación de mayor uso en 
la actualidad, manual diagnóstico y estadístico de 
trastornos mentales (DSM-5), componen este grupo:
•	 Discapacidad intelectual (DI); retraso 
global del desarrollo (RGD) o retraso 
psicomotor (RPM).
•	 Trastornos de la comunicación; trastornos 
del lenguaje (TL), trastornos del habla, 
Trastorno de comunicación social (TCS), 
disfluencia de inicio en la niñez.
•	 Trastorno del espectro autista (TEA).
•	 Trastorno por déficit de atención e 
hiperactividad (TDAH).
•	 Trastornos del desarrollo motor; trastorno 
del desarrollo de la coordinación (TDC), 
trastorno de movimientos estereotípicos, 
RIIS UNIVALLE. Jul.-Dic. 19(47), 2024; ISSN: 2075-620888
Factores epigenéticos en los trastornos del espectro autista 
trastornos de tics, trastorno de Tourette 
(TT), trastorno de tics crónicos (TTC), 
trastorno de tics transitorio.
•	 Trastornos específicos del aprendizaje 
(TEA) (2).
En este artículo, se revisa la literatura científica 
actual sobre los factores epigenéticos en el TEA, se 
describe la metodología utilizada y se analizarán las 
implicaciones de estos hallazgos en la comprensión 
y el manejo de los TEA.
MATERIAL Y MÉTODOS
Para llevar a cabo este estudio, se realizó una revisión 
exhaustiva de la literatura científica disponible en 
bases de datos relevantes como Elsevier, PubMed, 
Scielo, Medline, Lilacs entre otros. Se seleccionaron 
artículos que investigaban factores epigenéticos 
en relación con el TEA, incluyendo estudios de 
metilación del ADN, modificación de histonas y 
ARN no codificante, también se incluyeron artículos 
sobre neurodesarrollo y los factores ambientales y 
epigenéticos. Se evaluaron las limitaciones de los 
estudios y se extrajeron los hallazgos clave para su 
posterior análisis.
REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA
En algunos trastornos del neurodesarrollo con 
diferentes definiciones, como la discapacidad 
intelectual, se han mantenido cifras globales en 
torno al 1 %, sin embargo, en otras condiciones 
como en el TEA, los cambios en los criterios 
de inclusión probablemente han incidido en su 
aumento de prevalencia; alrededor de un 10 % de 
la población infantil tiene diagnóstico de uno o más 
trastornos del neurodesarrollo con el consiguiente 
compromiso cognitivo, académico, conductual o de 
interacción social (2). En el transcurso del desarrollo 
cerebral humano, desde el periodo embrionario y 
fetal, hasta la maduración postnatal, distintos genes 
se expresan coordinadamente e interactúan entre sí, 
influenciados por factores ambientales (3, 4). 
Los mecanismos epigenéticos son claves para 
la regulación dinámica del desarrollo cerebral, 
además influyen como moduladores de las 
señales ambientales en la génesis de un fenotipo 
de neurodesarrollo; los factores ambientales 
protectores y nocivos pueden actuar en cualquier 
momento de la vida, pero son críticos en el periodo 
periconcepcional, etapa prenatal y postnatal 
temprana; en estas etapas vulnerables, cambios 
en la programación epigenética pueden tener 
una repercusión que trasciende a la vida adulta 
e incluso impactar a la descendencia de modo 
transgeneracional (1-4).
El autismo es un trastorno del neurodesarrollo 
(TND) caracterizado por compromiso en la 
interacción social y la comunicación, asociado a 
intereses restringidos y conductas estereotipadas; 
se trata de un trastorno de base neurobiológica, 
asociado entre otros hallazgos, a cambios complejos 
en la sinaptogénesis y en la conectividad neuronal, 
con alta heredabilidad, de etiología heterogénea, en 
la que se incluyen causas genéticas, inmunológicas 
y ambientales. La identificación de entidades 
médicas o de factores desencadenantes permite un 
mejor control evolutivo, un adecuado asesoramiento 
genético, la prevención ante factores de riesgo 
evitables y en el futuro, basándose en los hallazgos 
moleculares, un posible abordaje terapéutico 
específico (4).
El TEA se expresan durante la infancia y sus 
manifestaciones clínicas van variando a lo largo de 
los años, estas modificaciones fenotípicas pueden 
atribuirse, entre otros motivos, al propio crecimiento 
del niño y su desarrollo cerebral; de esta depende el 
resultado de los abordajes terapéuticos (relacionado 
a la plasticidad cerebral), el producto de las drogas 
utilizadas para modificar conductas, e incluso a 
distintos factores ambientales (3). Los individuos 
con trastorno del espectro autista pueden sufrir 
además otras condiciones médicas y psiquiátricas, 
las cuales se asocian, con frecuencia variable, y le 
confieren una enorme heterogeneidad clínica (4, 5).
Se estima que entre un 30 al 40 % de los casos 
coexiste con discapacidad intelectual (DI), 
compromiso variable del lenguaje, tanto en 
la edad de inicio del habla, como en aspectos 
relacionados con el procesamiento semántico, 
ecolalias y prosodias peculiares; suelen mostrar 
dificultades motoras y pobre coordinación en 
sus movimientos (4); es frecuente el hallazgo de 
disfunciones sensoriales (hiper o hiposensibilidad) 
a la percepción a los estímulos auditivos, táctiles, 
visuales o gustativos; pueden padecer trastornos del 
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Factores epigenéticos en los trastornos del espectro autista 
sueño (latencia prolongada o sueño fragmentado), 
así como alimentarios, como selectividad, patrón 
muy restringido e incluso raramente anorexia (5, 6).
La epilepsia se asocia en aproximadamente el 30 
% de los casos, con un pico en la primera infancia 
y otro en la adolescencia, sumado a que un 70 % 
de los electroencefalogramas (EEG) de sueño 
prolongado presentan descargas epileptogénicas; 
incluso existen encefalopatías epilépticas, con bases 
genéticas identificadas, asociadas con autismo, en 
las cuales, hoy sabemos que, en muchas de ellas, 
no es el fenómeno epiléptico el que desencadena 
el autismo, sino que la misma base genética altera 
también el neurodesarrollo (4-6).
El trastorno del espectro autista está relacionado con 
alteraciones en la corteza cerebral, lo que resulta 
con cambios en la disposición de las neuronas 
y afecta la función sináptica y las conexiones 
cerebrales; se destaca que el crecimiento del cerebro 
autista es acelerado en la infancia, seguido de una 
desaceleración, y que el lóbulo frontal experimenta 
los mayores cambios de volumen; además, se señala 
que las alteraciones en la corteza frontal y parietal 
están asociadas con retrasos en la maduración 
cognitiva y emocional (5). Se menciona que la 
corteza temporal izquierda tiene una actividad 
reducida en niños con autismo, lo que puede explicar 
dificultades en la comprensión del lenguaje; también 
se resalta que la corteza parietal, relacionada con 
estímulos visuales, presenta cambios en grosor en 
la cisura de Silvio, lo que afecta la socialización; 
por otro lado, se evidencian alteraciones en la 
comunicación occipito-parietal, influyendo en la 
ubicación visual de objetos (6).
El cerebro de una persona con TEA muestra 
habilidades adecuadas en la percepción local, pero 
reducción en la percepción global, relacionado con 
cambios en los circuitos neurales de la corteza visual 
primaria; finalmente los estudios de neuroimagen 
han sido cruciales para correlacionar conductas 
con alteraciones estructurales en áreas cerebrales 
asociadas con la interacción social (5, 6).
Bases genéticas del trastorno del espectro Autista 
Las bases genéticas se han fundado inicialmente 
en estudios con gemelos que mostraban diferencias 
significativas entre los dicigóticos, respecto a los 
monocigóticos; si bien es claro que hay una base 
genética, hasta el momento las diversas alteraciones 
genéticas (mutaciones, inversiones, etc.) no 
parecen ser suficientes para explicar la génesis de 
estos procesos, las variaciones de expresión, aún 
intrafamiliar; incluso muchas de las mutaciones 
génicas encontradas en personas con trastorno del 
espectro autista, están presentes en personas con 
desarrollo típico; es probable que los trastornos 
relacionados a los mecanismos epigenéticos 
normales permitan comprender el porqué de la 
variabilidad de expresión, la mejoría o modificación 
de los síntomas (3).
Existe una relación importante entre los TEA y 
factores genéticos y ambientales; se mencionan más 
de 100 genes identificados en estudios moleculares 
vinculados al TEA; muchos de los cuales están 
relacionados con la sinaptogénesis y algunas 
encefalopatías epilépticas; se destaca que las 
mutaciones de Novo (no heredadas) están asociadas 
a mayor gravedad clínica y menor coeficiente 
intelectual en los afectados (4-6). Se menciona que 
las formas heredadas tienden a tener síntomas menos 
graves y mayor coeficiente intelectual; además, se 
observa que las mujeres con TEA tienen una carga 
genética patogénica mayor que los hombres, lo que 
podría explicar la menor prevalencia de TEA en 
mujeres (6).
Se hace énfasis en la influencia de factores 
ambientales como la prematuridad, condiciones 
perinatales adversas y exposición a infecciones 
virales durante el embarazo en el riesgo de trastorno 
del espectro autista; también se menciona la 
correlación entre alteraciones inmunológicas y 
TEA, así como la posible influencia de teratógenos 
y sustancias como el alcohol y drogas recreacionales 
en la etiología de los TEA (4-5).
Mecanismos epigenéticos de los trastornos del 
espectro autista  
Los fenómenos epigenéticos son procesos 
biológicos normales, necesarios para la vida de la 
célula y del individuo, especialmente vinculados 
con el desarrollo embrionario; así como alteraciones 
en el código genético, ej: mutaciones o cambios en 
la secuencia del ADN, pueden generar trastornos 
del espectro autista (TEA), fenómenos que 
comprometen los distintos procesos epigenéticos 
o epimutaciones (alteraciones que cambian el 
RIIS UNIVALLE. Jul.-Dic. 19(47), 2024; ISSN: 2075-620890
Factores epigenéticos en los trastornos del espectro autista 
funcionamiento o expresión de un gen, sin haber 
modificado la secuencia del ADN), han demostrado 
también tener importancia en la génesis de los 
trastornos del neurodesarrollo; es necesario remarcar 
que las alteraciones del mecanismo epigenético 
pueden ser congénitas o postnatales, adquiridas o 
heredables, reversibles o irreversibles (3-6).
La epigenética se refiere a cambios a largo 
plazo en el potencial transcripcional o expresión 
génica, heredables mitótica o meióticamente, y no 
acompañados de cambios en la secuencia del DNA; 
en otras palabras, la epigenética se refiere a cómo los 
factores ambientales pueden influir en la expresión 
de los genes sin cambiar la secuencia de ADN en 
sí misma (1); por otro lado, se la define como el 
estudio de las modificaciones en la transcripción 
de genes a través de la modulación de la cromatina, 
que no involucra cambios en la secuencia del 
ADN; o como el estudio de los cambios fenotípicos 
heredables que no implica mutaciones del ADN; la 
interacción del material genético y el ambiente es 
estudiada por la epigenética, término acuñado por 
Conrad H. Waddington en 1939 (3, 6).
Los principales mecanismos epigenéticos 
involucrados en el neurodesarrollo son la 
metilación del DNA, la modificación de histonas y 
la reorganización de la cromatina; la metilación del 
DNA es un proceso epigenético en el que se agrega 
un grupo metilo a una citosina del ADN, lo que 
puede afectar la expresión génica; la modificación 
de histonas se refiere a cambios en las proteínas 
de carga positiva llamadas histonas, que se unen 
al ADN y pueden afectar la accesibilidad de los 
genes; la reorganización de la cromatina se refiere 
a cambios en la estructura tridimensional del ADN 
y las proteínas asociadas, lo que puede afectar la 
expresión génica (1-5).
Las alteraciones monogénicas de la maquinaria 
epigenética son mutaciones en genes específicos 
que codifican proteínas involucradas en los procesos 
epigenéticos, como la metilación del ADN y la 
modificación de histonas; estas mutaciones pueden 
afectar la expresión génica y, por lo tanto, tener 
consecuencias en el neurodesarrollo (1, 6).
DISCUSIÓN
Los síntomas del autismo suelen aparecer en la 
primera infancia, un período crítico, que corresponde 
a una fase dinámica del desarrollo cerebral, las 
neuronas crecen, la inhibición y la señalización 
maduran, los axones se mielinizan y la plasticidad 
sináptica se inicia mediante la interacción de 
programas moleculares complejos, junto con las 
influencias ambientales y el aprendizaje (4); de esta 
manera se ha planteado la hipótesis de que cualquier 
alteración de estos procesos podría provocar 
síntomas de trastornos del espectro autista; como 
lo indica Arberas C. et al, él TE se manifiesta en 
la infancia y continua hasta la edad adulta y sus 
manifestaciones clínicas cambian con el paso de los 
años (3).
Estas variaciones fenotípicas pueden deberse a 
factores epigenéticos (p.ej., tratamiento, fármacos 
utilizados para modificar el comportamiento 
y factores ambientales, etc.); aunque el TEA) 
comparte una fuerte base genética con otros 
síndromes psiquiátricos, todavía se están estudiando 
los cambios en la secuencia del ADN (3); la 
evidencia que respalda la posible contribución de 
genes impresos vinculados a la herencia paterna 
de los TEA, combinada con la falta de marcadores 
genéticos específicos identificados, implica un papel 
vital en la patogénesis potencial de estos trastornos 
(3).
Por ejemplo, en el síndrome de Rett proporciona 
una comprensión clara del papel de MECp2 en el 
desarrollo del autismo; las mutaciones de este gen 
rara vez se detectan en el autismo clásico, sino que, 
por el contrario, se encontró un aumento significativo 
en la metilación del promotor del gen MECp2 en 
la corteza frontal de los varones autistas; en los 
niños de control, se correlacionó negativamente 
con la expresión de proteínas; del mismo modo, se 
encontraron promotores de metilación anormales en 
los genes MECP2 femeninos (3, 6).
Según Díaz-Anzaldúa A. et al. la investigación 
sobre los factores epigenéticos en los TEA ha 
experimentado un crecimiento significativo en 
las últimas décadas, proporcionando una visión 
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Factores epigenéticos en los trastornos del espectro autista 
más completa de las bases biológicas de estos 
trastornos; los estudios epigenéticos se centran en 
cambios en la expresión génica, que no implican 
modificaciones en la secuencia del ADN, sino que 
se relacionan con alteraciones en la metilación del 
ADN, modificaciones de histonas y la regulación 
de ARN no codificante; estos cambios pueden tener 
un impacto profundo en el desarrollo cerebral y la 
función neuronal, contribuyendo a la heterogeneidad 
clínica observada en los TEA (6).
Uno de los hallazgos clave en la investigación 
epigenética de los TEA es la alteración de la 
metilación del ADN, esta es un proceso epigenético 
esencial que regula la expresión génica al agregar 
grupos metilo a las regiones promotoras de los 
genes; se ha observado que los individuos con 
TEA presentan patrones de metilación alterados 
en genes relacionados con el desarrollo neural y la 
comunicación sináptica (7).
Las modificaciones de histonas también desempeñan 
un papel crucial en los TEA; las histonas son proteínas 
que ayudan a empacar el ADN en la estructura de 
la cromatina, por lo tanto, regulan su accesibilidad 
para la transcripción génica; alteraciones en las 
modificaciones de histonas, como la acetilación y la 
metilación de histonas, pueden afectar la expresión 
génica en el cerebro; Fariña N. et al han demostrado 
que la acetilación de histonas en genes relacionados 
con la función sináptica y la plasticidad neuronal 
está desregulada en individuos con TEA; además, 
la metilación de histonas en regiones promotoras 
de genes involucrados en el desarrollo cerebral, 
como el gen FOXP1, se ha asociado con los TEA; 
estas modificaciones de histonas pueden influir en 
la formación y el fortalecimiento de las conexiones 
neuronales, procesos críticos para el desarrollo del 
cerebro (8).
La regulación de ARN no codificante, como los 
microARN (miARN) y los longARN (lncARN), 
también ha surgido como un área de interés en la 
investigación epigenética del TEA; los miARN 
son moléculas de ARN pequeñas que regulan la 
expresión génica al unirse a ARN mensajeros 
(ARNm) y degradarlos o inhibir su traducción; se ha 
demostrado que ciertos miARN están desregulados 
en los TEA y están asociados con genes involucrados 
en la función neuronal y la conectividad sináptica; 
por otro lado, los lncARN son ARN no codificantes 
más largos que desempeñan un papel en la regulación 
de la cromatina y la modulación de la expresión 
génica; algunos lncARN, como el lncARN NEAT1, 
se han encontrado alterados en los TEA y se cree 
que influyen en la organización de la cromatina en 
el núcleo de las neuronas (8, 9).
Un aspecto fascinante de la investigación epigenética 
en los TEA es la identificación de diferencias 
epigenéticas entre los subtipos de TEA; esto sugiere 
que los mecanismos epigenéticos pueden contribuir 
a la heterogeneidad clínica dentro de los TEA; por 
ejemplo, algunos estudios han encontrado patrones 
de metilación del ADN distintos en subgrupos 
de pacientes con TEA, lo que sugiere que pueden 
existir subtipos epigenéticos dentro de la categoría 
general de los TEA; estas diferencias epigenéticas 
pueden proporcionar pistas sobre la variabilidad en 
la presentación clínica de los TEA y abrir la puerta a 
enfoques terapéuticos más personalizados (8).
Además de las diferencias entre los subtipos de 
TEA, se ha observado que los factores ambientales 
pueden interactuar con la epigenética para aumentar 
el riesgo de TEA; se ha propuesto que la exposición 
a factores ambientales, como la contaminación 
del aire, la nutrición materna y el estrés durante el 
embarazo, puede alterar los patrones epigenéticos 
en el feto y aumentar la susceptibilidad a los TEA; 
esta interacción entre los factores genéticos y 
ambientales subraya la importancia de un enfoque 
holístico en la investigación de los TEA (9, 10).
Cuando hablamos de factores ambientales y su 
repercusión en el neurodesarrollo mediado por 
la epigenética, debemos considerar que diversos 
factores ambientales pueden tener repercusión en 
el neurodesarrollo mediados por la epigenética; 
estos incluyen factores nutricionales, hormonales, 
inmunológicos, infecciones virales, estrés temprano 
y disruptores endocrinos como metales pesados, 
pesticidas, bisfenol A (BPA), solventes y material 
particulado contaminante; además, los factores 
ambientales pueden causar cambios fenotípicos por 
mecanismos no epigenéticos, como los genotóxicos 
que actúan directamente dañando el ADN y otros 
tóxicos que interfieren con procesos enzimáticos 
(10).
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Factores epigenéticos en los trastornos del espectro autista 
La exposición a algunos de estos factores ambientales 
puede tener efectos epigenéticos específicos 
según el período de exposición; por ejemplo, la 
exposición a factores ambientales durante la etapa 
periconcepcional y gametogénesis puede tener un 
impacto en el neurodesarrollo (1, 6, 10).
Finalmente, los factores epigenéticos desempeñan 
un papel significativo en la etiología del TEA, y 
su comprensión es crucial para avanzar en nuestra 
percepción de la complejidad de estos trastornos; 
la investigación futura debe centrarse en identificar 
marcadores epigenéticos específicos para el TEA y 
explorar terapias que puedan modular la epigenética 
para el tratamiento del TEA; este enfoque integrador, 
que considera tanto los factores genéticos como los 
epigenéticos, además de los ambientales promete 
abrir nuevas vías para la prevención y el manejo de 
las personas con esta condición.
RIIS UNIVALLE. Jul.-Dic. 19(47), 2024; ISSN: 2075-6208 93
Factores epigenéticos en los trastornos del espectro autista 
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